Daremos comienzo con unas líneas de la película EL MANANTIAL, en la que el personaje de Roark (interpretado por Gary Cooper) realiza este alegato:
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La mente es un atributo del individuo; es inconcebible que exista un cerebro colectivo.
El hombre que piensa debe pensar y actuar por sí solo; la mente razonadora no puede funcionar bajo ninguna forma de coacción. No puede estar subordinada a las necesidades, opiniones o deseos de los demás. No puede ser objeto de sacrificio.
El creador se mantiene firme en sus convicciones; el parásito sigue las opiniones de los demás.
El creador piensa; el parásito copia.
El creador produce; el parásito saquea.
El interés del creador es la conquista de la naturaleza; el interés del parásito es la conquista del hombre.
El creador requiere independencia, ni sirve ni gobierna. Trata a los hombres con intercambio libre y elección voluntaria; el parásito busca poder. Desea atar a todos los hombres para que actúen juntos y se esclavicen.
El parásito afirma que el hombre es sólo una herramienta para ser utilizada, que ha de pensar como sus semejantes y actuar como ellos, y vivir la servidumbre de la necesidad colectiva prescindiendo de la suya.
Fíjense en la historia: todo lo que tenemos, todos los grandes logros han surgido del trabajo independiente de mentes independientes. Y todos los horrores y destrucciones, de los intentos de obligar a la humanidad a convertirse en robots sin cerebros y sin almas, sin derechos personales, sin ambición personal, sin voluntad, esperanza o dignidad… es un conflicto antiguo, tiene otro nombre:
Lo individual contra lo colectivo.
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Pero va a ser que no. ¿Cómo te atreves a tener ideas propias, a discrepar del grupo, a rebatir la voluntad común?
Pliégate, rebájate, humíllate, póstrate. No ante Dios, sino ante lo que nosotros digamos. ¿Quiénes somos nosotros? Nosotros somos todos. Todos menos tú, claro. O tú también, pero en una versión reducida, anulada, obediente, zombificada.
Tú no eres nada sin nosotros. ¿Y con nosotros? Entonces formas parte de nosotros, es decir, que tampoco eres nada.
A callar, a agachar la cabeza, a no opinar, a no discurrir, a no tener discernimiento propio. Si quieres resolver alguna duda, consulta al rebaño, él te guiará. En cómo actuar, hablar, pensar e incluso sentir.
El más lento y el más inútil del grupo marcará el paso. Te adaptarás a su ritmo, hasta que seas lo más parecido posible a él. Y la voz, la voz la tendrá alguien que no seas tú (ya lo decidirá el grupo… sin ti).
De este modo emplearás tu dinero en lo que te aconsejemos. Pasarás tu tiempo libre en los lugares que te escojamos nosotros. Votarás al partido que más te convenga, según el criterio colectivo naturalmente. Te pincharás por propia elección una sustancia que te prohibimos siquiera preguntar qué efectos te ocasionará. Gritarás ‘¡guerra!’ unos días y ‘paz’ otros, a favor de unos y contra otros según los vientos. No creerás en nada inmaterial, ya te diremos a qué profesar devoción, y quiénes serán tus Mesías. Y cuando digamos de cambiar todo eso, tú cambiarás de la noche a la mañana y te olvidarás de todo aquello, como con un chasquido de dedos mágico.
Y como se te ocurra no hacernos caso hasta el más mínimo detalle, prepárate. No te mataremos, ni te llevaremos a la cárcel, ni te cancelaremos, ni tan siquiera te insultaremos.
Te juzgaremos pero no en la corte, sino que te miraremos con el ceño fruncido. Te echaremos una mirada recriminatoria. Para que te avergüences de ti mismo, para que reflexiones y te arrepientas bien. Por hacer gala de criterio singular e individual, por tener ideas y querer llevarlas a cabo, por razonar, por poner en duda, por disentir, por salirte un poco del camino trazado, por ser humano.
El símbolo de la tiranía y la opresión total de nuestro futuro inmediato no será una esvástica ni una hoz y un martillo. Ni tan siquiera será el hexágono o el circulito ese de la Agenda satánica.
Será una mujer negra mirándonos con desaprobación.
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No es bueno para ti que preguntes demasiado,
que te alejes de la senda del perfecto ciudadano.
Matrimonio soso, trabajo precario,
y en tu mente la quimera de que te hagan encargado.
Tampoco te conviene darle demasiadas vueltas
a los hechos, que al pensarlos se convierten en problemas.
Deja que el mundo siga su curso
y continúa tu camino en silencio y a lo tuyo.
No cometas el error de alterar las directrices
en que se apoya la gente con quien vives.
Es preferible la injusticia al desorden,
decía el abuelo al abrocharse el uniforme.
Tu conducta inquieta a los vecinos,
te señalan por la calle quienes fueron tus amigos.
Esto ya era así antes de que tú nacieses,
no le des más vueltas, ¡calla y obedece!
No es aconsejable desconfiar del dirigente,
sagrado timonel de tu destino y tu suerte.
Él piensa por ti para que tú no pienses nada:
con un cerebro sobra para toda la manada.
Enturbias con tus dudas la imagen del míster
y encima pretendes que nadie te vigile.
Esto ya era así antes de que tú nacieses,
no le des más vueltas, ¡calla y obedece!
Sigue con los sellos en la estafeta,
mejor ser anodino que profeta.
Quítate de la cabeza esas tonterías,
¡tampoco es tan incómodo vivir de rodillas!
PORQUE ESTÁS EN ULTRANEMIA
VIVIRÁS EN ULTRANEMIA
HAS NACIDO EN ULTRANEMIA
Y te morirás de asco bordando con tu tedio su bandera.