Hacerse mayor es un proceso inevitable. Por más camisetas de Chicho Terremoto que lleve uno y por más que se empeñe en jugar con sus amigos al League of Legends, al final el tiempo siempre te acaba pillando.
He intentado, varias veces en los últimos años, volver a leer tebeos y mangas como hice antaño. Era una afición que me apasionaba y me satisfacía muchísimo. Qué ingrata sensación darme cuenta de que soy incapaz ahora. No sé por qué, ni tampoco estoy muy por investigarlo. Simplemente ya no puedo leer comics.
Cuando leí el manga de Berserk quedé impresionado. Era duro, extremo, tenebroso… Constaté que era la clase de épica que a mí me atraía y convertí a su protagonista en uno de esos héroes fundamentales merecedores de estar en mi olimpo personal.
Cuando bastantes años más adelante pude ver la serie anime… algo se torció para mí. Mas el horror de horrores llegó cuando me lancé a ver esta trilogía de largometrajes animados que tanto prestigio acumula entre la comunidad aficionada.
Con una historia de lo más errática y personajes de actos y personalidades contradictorios, me di cuenta en seguida del público al que van dirigidos estos productos: adolescentes. De 14 o de 45 años, pero adolescentes. Varones, por supuesto.
Las películas están tratando en todo su metraje (¡todo!) de ir más allá y ser más que nadie en. Más que nadie en lenguaje malsonante, en sexo descarnado, en violencia gratuita, en emociones baratas. Son como un niño crecidito poniéndose gomina en el pelo y gafas de sol, fumando un cigarro del revés, y pidiéndole al camarero alzando la voz ‘ponme un puto cubata, y cárgamelo bien que para eso ya soy grande’.
Y es que no hay nada como contemplar a alguien presumiendo de algo para averiguar sus carencias, como la sabiduría popular siempre nos ha dicho.
La inmadurez manifiesta del guionista se palpa en el exceso de violencia (morboso), exceso de rarezas (bizarro), exceso de palabrería (pedante) y lo peor, exceso de sentimentalismo (cursi). Dando como resultado una cosa muyyyyy para adolescentes, como ya dijimos. Muyyyy para gente que se impresiona más con gritos que con silencios, con explosiones más que con miradas, con pornografía dura más que con erotismo sutil. Una pena por ellos, pues en el fondo son muy superficiales y básicos. Y esto de BERSERK, LA EDAD DE ORO les ha entusiasmado.
Se suceden las conversaciones filosóficas de mercadillo relativistas (muy japo esto); los personajes que son buenos, pero malos pero buenos, pero malos porque de pequeños les pegaban, pero de mayor fueron buenos pero malos (según qué ratos), pero buenos, pero malos. Taaaaaaaaaan púber todo… Me recuerda un poco al tío que sin ningún talento para el teatro, en aras de llamar la atención como sea, se sube al escenario a comerse su caca o a rajarse el pecho con un cutter. ¡Oye, y hay gente que luego aplaude, ¿eh?!
Todo aderezado con un CGI horrible mezclado con animación de fecha de caducidad cercanísima.
Este infantilismo mal llevado que para hacerse el adulto recurre a truquejos excesivos e inelegantes, a acción exagerada y a mucho fuego de artificio que no viene a cuento –en vez de elaborarme una historia concreta y coherente consigo misma, que no me dé la paliza con explicaciones habladas supuestamente sesudas– hace de BERSERK el mismo tipo de basura que las famosísimas EVANGELION y DEATH NOTE.
Por cierto que la menos celebrada (por suerte) CASTLEVANIA encima es un sucedáneo todavía más vulgar de todo esto. Y sí, a esos “chavales” de cuarenta tacos les encanta también.