No hablo de los que se dedican al oficio (por llamarlo de alguna manera) del periodismo. Sino al público. Y me hace gracia lo que veo. Pero me jode.
Hace algo más de 20 años recuerdo que vi uno de esos horribles documentales de guerra, las víctimas civiles, etc. Concretamente, iba sobre Afganistán. Muchos testigos relataban experiencias terribles con los talibanes y blablabla. Me acuerdo que se lo comenté a mi padre y él me dijo –no lo olvidaré nunca– que eso siempre pasa. Siempre que Estados Unidos quiere hacerle la guerra a alguien, previamente tiene que cargar las tintas, sobre todo en la televisión; necesita apoyo y legitimidad por parte de la gente, y para eso hay que deshumanizar al enemigo como sea.
Tenía razón. Pensé que efectivamente, un par de años antes había ocurrido igual con lo de Kosovo. Y poco después pasó lo mismo con Irak. Y más tarde Siria. Y más tarde Libia. Y hace poco Ucrania. Y ahora Israel.
Y me hace gracia (pero me jode) cuando los periodistas le colocan a la plebe vídeos asquerosos de muertes en directo y la gente se pone muy dramática, y muy indignada, y muy hiperbólica. ‘Jamás nadie le había hecho algo tan monstruoso y tan brutal a alguien, qué horror’ y esas cosas.
Venga, no me jodáis. Cualquier barbaridad por salvaje que parezca ya se le ha pasado por la cabeza a algún desgraciao, y lo que es peor, ya la ha llevado a cabo. Y la ha filmado. Y los periodistas ya la han enseñado. Pero la gente tiene la memoria muy corta. Y la frivolidad muy larga.
Alguien ahí arriba quiere hacer la guerra. Y necesita el beneplácito del populacho. Me parece bien (aunque me jode), pero eso sí, el mío no lo va a tener. No me voy a colocar ninguna banderita. Seguiréis con vuestras masacres por los siglos de los siglos, pero a mí no me vais a implicar.
Los de arriba nunca se lían a tiros entre ellos, y siempre usan a gentucilla para sus masacres, y siempre las padecen un montón de infelices que pasaban por allí. Eso ha sido así y va a ser así siempre, cosa que acepto. Es tiempo de cosecha y arriba exigen sacrificio de sangre (les da igual de quién). También lo asumo.
Pero lo que más me jode es cuando veo a personas a mi alrededor a las que yo creía racionales, sensibles, competentes, preparadas e incluso listas, uniéndose a la turba borreguil y soltando con vulgar ligereza ‘¡pues que los maten a todos!’ Gracias a estas personas (que son mayoría), convertidas de pronto en zombis deshumanizados, las guerras siempre contarán con el visto bueno de los idiotas. Esa es la única labor del periodismo. Deshumanizar a la gente. Convencerles de que el disparate más atroz es lo mejor para todos.
Y por supuesto, ni media palabra de los diez o doce países que están en guerras verdaderamente abominables desde hace años, con cientos de miles de muertos y con esas escenas que tanto impresionan al gentío produciéndose a diario. No. Esto va de conmoverse sólo un ratito y sólo de unos pocos. Al final, la cosa se trata únicamente de entretenimiento. Un oscuro circo de los horrores que los periodistas jalean y los espectadores disfrutan (a su manera), supongo que por morbo, y por la satisfacción de saber que eso tan horrendo no les está pasando a ellos.
Esos circos no son de mi agrado (me niego a ver imágenes de ningún asesinato real). Y habrá que aceptar que la borregada guste de ellos, qué le vamos a hacer. Y también que jamás sean un poco curiosos e investiguen mediante libros, películas y documentales que este modelo de actuación (atrocidad-exposición de atrocidad-indignación popular-invasión-guerra-matanza total) está más que inventado.
OK. Pero me jode.