Flash o qué hostia tenéis todos

El bochorno casi se hace materia palpable cuando ves esta aberración, al buen gusto, a la decencia y al cine

Este comentario pretende destilar desprecio a todos los mamarrachos, impostores, progres, cretinos, analfaburros, chulos, lloricas, eco-diversos, flipados, mediocres, catetos, globalistas, gili-wokes, ateos, borregos, esclavos conformes, vakunados orgullosos, covidiotas, maleantes, sociatas, indolentes, críticos de cine, ofendiditos, frívolos incurables, enteraos, maricones, millennials, flojos de la vida, gafapastas, subvencionados, tik-tokers y a todo aquel que ría y sea feliz con la fauna que campa alegremente por nuestras pantallas, y a todo espécimen que se sienta satisfecho con la situación actual y más aún con la que se nos viene encima.

Voy a saltarme el fracaso de los 144 minutos a la hora de procurarme una sonrisa o un leve entretenimiento. Y tampoco hablaré mucho sobre su repugnante personaje principal, o su guion intragable de humor pueril caca-culo-pedo-pis pero dirigido a cuarentones. Me ceñiré a una cuestión de sensaciones íntimas.

Cuando vi a Batman en ese estado lamentable, me sentí agredido personalmente. Puede que para el actor no tenga ningún significado salvo el dinero que le pagaron. Pero para mí y muchísimos como yo, ver rebajada y humillada una figura ligada a la admiración, al heroísmo y a la ilusión infantil, y además verla así de forma tan gratuita y absurda, fue de llorar.

Y os digo, príncipes de la degradación:

Satanizad el cine, la música, la literatura, todas las artes… Pero hacedlo utilizando vuestros propios minions, vuestros propios soldados, vuestras propias creaciones abominables. Sacad vuestras garras corruptoras de nuestros emblemas y de nuestros recuerdos. Ahí no tenéis permiso para entrar. Salid y no mancilléis la nostalgia y el cariño que aún conservamos por nuestras heroínas y nuestros campeones. Por más que intentéis repintar el mural con vuestra pintura maléfica, por debajo siempre será como lo recordábamos. Ese mural jamás conseguiréis borrarlo.

Queréis regrabar sobre la cinta de nuestra cabeza, y sustituir a nuestros héroes por fantoches sin carisma ni ética. ¿Y por qué? Pues porque sabéis que son asideros emocionales muy arraigados en nuestro ser, a los que acudimos en momentos de flaqueza y de confusión. Y sabéis que si los destruís, seremos más débiles y podréis atacarnos con aún más impunidad. Pero por mucho Indiana Jones, Buzz Lightyear, Terminator o Batman que saquéis de la vitrina para despedazarlos ante nuestros ojos, los verdaderos (aquellos de nuestra época) jamás desaparecerán. Siempre estarán ahí cuando los necesitemos.

Los malvados se obsesionan siempre con reescribir la historia. Es obvio para qué. Para bajar del podio a sus enemigos triunfantes y colocarse ellos, así de simple. Y que nadie recuerde a los valientes que les plantaron cara y les vencieron en el pasado. Y que sólo se recuerde lo que ellos dicten. Pero he aquí uno que tiene la mala costumbre de jamás olvidar. Y mientras quede aunque sea solamente uno para recordar el pasado tal y como era, todos sus trucos y engaños habrán sido en balde.

He dicho.

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