Sally Wainwright y Sarah Lancashire

Happy Valley

Dos mujeres maravillosas, la primera: creadora, guionista y directora de la magistral serie de la BBC, ‘HAPPY VALLEY’. La segunda: protagonista absoluta de dicha serie. Las dos han sido galardonadas con los premios más importantes del Reino Unido, pocos son todos.

Su gigantesco talento es tan descomunal que jamás se ha visto un despliegue de sabiduría televisiva tan asombroso. No recuerdo haber contemplado una serie dramática tan impresionante. Se siente una especie de pudor al utilizar tantos adjetivos, pero no sé qué puedo hacer para describir tanta excelencia.

‘Happy Valley’ tiene tres temporadas, cada una de ellas ha mejorado a la anterior, siendo la primera muy brillante, la segunda da una vuelta de tuerca y mejora aún más la precedente. La tercera es un prodigio dramático que me tiene con un nudo en la garganta. Aún faltan tres capítulos para que termine definitivamente y entonces llegará la frustración, pagaría para que no se acabe nunca. No existe, ni ha existido, en este oficio del cine, una mirada en cámara como la de esa actriz, no he visto unas lágrimas más verdaderas que las suyas. Creí que no se podría superar a la Julietta Massina de ‘La Strada’, me equivocaba, aún no había visto a Sarah Lancashire, no pensaba que se puede llegar a ese grado de perfección.

No se les ocurra pensar que un trabajo hecho por brillantes mujeres tiene un discurso feminista, en absoluto. Estas inteligentes chicas tienen una cabeza tan bien ordenada que sólo saben desplegar sabiduría, sólo es posible quedarse con la boca abierta ante la ternura, el terror, el asombro, la conmiseración , la compasión, el amor que les inspiran esos hombres con los que comparten sentimientos, trabajo y familia.

La creatividad en la dirección y el guión de esta serie policíaca británica, no tiene nada que envidiar al naturalismo de Ibsen o Strindberg. Sally Wainwright ha leído mucho antes de ponerse a escribir, también ha visto mucho cine, seguramente casi toda la historia del mismo. Es lo que tienen los ingleses del oficio: una extraordinaria formación intelectual y técnica. Sólo así, desde el conocimiento, se crea lo que parece sencillo y se trabaja con una  elaborada simplicidad, con la humildad de los grandes. El resultado es tan apabullante… El perfil sicológico de cada personaje es un prodigio y la dirección de actores nos deja pasmados. 

Seguramente las personas que no forman parte de la profesión, se limitarán a ver un perfecto producto y a disfrutarlo. Los que llevamos toda la vida en los distintos aspectos del oficio pasamos a la dimensión de observar, felices, la perfección de la obra maestra, inolvidable, orgullosos de que unos compañeros británicos nos reconcilien con el arte de la creación de un texto, con la dirección de una obra, con la interpretación de unos actores. Viendo ‘Happy Valley’ observas que no todo está perdido, que hay en un país cercano compañeros con vergüenza y dignidad, que mantienen las leyes que dictaron Lope de Vega y Shakespeare, que dedican su vida y su profesión a desarrollar la excelencia y que no desfallecen ante la mugre que nos invade.

Todos y cada uno de los actores del reparto son muy buenos profesionales e interpretan sus personajes con rigor. Destaca James Norton, como el asesino monstruoso, el psicópata sin fisuras que nos estremece. Siobhan Finneran, como la hermana adicta a las drogas, de escasa inteligencia y enorme insensatez. George Costigan, Rhys Connah, Joe Amtrong, Steve Pemberton, y un largo etcétera que bordan sus intervenciones con el esfuerzo de quien sabe que no hay un papel pequeño para un actor grande.

Por Ana MEGÍAS CALERO

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