PROFUNDIDAD FRENTE A SUPERFICIALIDAD

En los Teatros del Canal de Madrid se ha estrenado la última producción del gran dramaturgo y director Teatral Albert Boadella, titulada “ELLA”.

Es una obra musical profunda, sincera, seria, dramática y muy hermosa. En la representación vivimos, con la excelente actriz María Rey-Joly, su drama emocional alternando la interpretación y el canto en su prodigiosa voz. Con la música empatizamos en el problema de esta mujer, que acaba de ser violada, y ha decidido superar esta circunstancia de la manera mas positiva, sobreponiéndose ante la catástrofe personal con todas sus fuerzas. ELLA decide aprender a sentir desde el canto, de la música, como una autoeducación sentimental, a pesar de que en su esfuerzo evoca una enorme cantidad de imágenes, a veces dolorosas y otras que no están relacionadas con la agresión que acaba de experimentar. Nos estremece y nos entregamos a su experiencia compartiendo sus emociones. T.S. Eliot dice que “Usamos la música para construir nuestra propia Entäusserung emocional, como podríamos modelar nuestras empatías adoptando los gestos rituales en un funeral o uniéndonos a un desfile patriótico”. Podemos y debemos pensar que la música tiene la autoridad moral que encontramos en los grandes dramaturgos de nuestra literatura dramática y de todo el teatro mundial. Albert Boadella lo sabe porque es el único sabio que queda en Europa, capaz de crear en escena un planteamiento dramático moral.

Como hombre civilizado huye del histerismo que, para representar una violación, habría construido cualquier escribidor de textos que hoy se llevan a escena, llevado del esperpento general del feminismo politizado actual. Como no lo hace su teatro se considera elitista, confundiendo belleza, serenidad, sabiduría teatral y musical, con gestos y movimientos dramáticos que sean fáciles al gran público. Boadella nos demuestra a través de su lúcida y brillante dirección y de sus recursos musicales, que puede mostrar la emoción y concluir el conflicto con eficacia poética.

María Rey-Joly, interpreta de manera prodigiosa a Strauss, Schubert, Bernstein, Falla, Weill, y un largo etcétera de piezas de una hermosura sobrecogedora y dramática, al mismo tiempo que interpreta con la categoría de las grandes actrices de todos los tiempos. Es una diosa del escenario, a su talento une su prodigioso físico, ella sola llena el espacio escénico y dramático, sus largas piernas atraviesan la embocadura con una facilidad extraordinaria. La acompañan dos eficaces músicos que representan esa condición masculina con la que el personaje que interpreta se reconcilia sin tragedias.

El piano y los arreglos son de Rubén Sánchez Viejo, y en el Violín, Alfredo Ancillo. Como siempre la iluminación hace su función imprescindible para crear la atmósfera de la obra, se debe, como es habitual, al talento de Bernat Jansá. Y la dramaturgia es de Martina Cabanas que también ha sido la ayudante de dirección.

Si aman el teatro y la música, NO SE LO PIERDAN.

Por Ana MEGÍAS CALERO

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