Esto ya no son superhéroes, son más bien infrahéroes. Las películas de Marvel y compañía ya son insoportables. No las puedo aguantar más: son la muerte, la ruina, el tedio, el destrozo.
Y ni siquiera tiene que ver ya con las ideologías de todo a cien que le meten con calzador para complacer la moda de ese cuarto de hora en concreto. Ya es ignorar de forma intencional y maligna cualquier atisbo de narrativa, de construcción de personajes, de desarrollo, de tramas, de tensión dramática, de ambientación…
Es cine hecho por la inteligencia artificial. Es el anti-cine. Es inhumano. Y si personas adultas hechas y derechas afirman que se emocionan viendo esto, y no se les cae la cara de vergüenza, el problema ya no lo tiene el cine solamente, sino que es algo más global. Sin dejar de mencionar que cada nueva que sacan los chiflados de las productoras recauda más que la anterior, así que el hecho contrastable y empírico de que a la gente le gusta tragar mierda ha quedado demostrado científicamente.
En lo particular, esta tercera de los Guardianes tiene cuatro características esenciales:
– Grandilocuencia pedante e impostada.
– Humor blandurrio (dizque) familiar.
– Cursilería pseudo-romántica.
– Ligereza adolescente y plebeya.
Tiene la facultad de saltar de gracietas frívolas a emotividad casposa y barata en cuestión de segundos, y al reverso. La pasta desembolsada para este espanto es de tal magnitud, que el público al que va dirigido abarca todo lo abarcable: bebés recién nacidos, infantes, niños, niñatos, púberes, púberes persistentes (la mayoría de la población hoy en día), mujeres que no se quieren calentar la cabeza y, básicamente, el resto del mundo. Y claro, como hay que contentarlos a todos, la mezcolanza de tonos en una sola película (eso sí, de unos interminables 150 minutos) es descabellada, disparatada y ridícula.
Yo soy un fanático del entretenimiento como norma suprema. Pero si una película de estos rasgos y atributos ya me atrae menos que ver llover a través de la ventana, o quedarme mirando embobado el fuego de mi chimenea, es que la obra es un absoluto desastre.
Moral, no de taquilla, insisto.