COMPANY, el musical. Teatro del Soho de Málaga

El teatro que ha remodelado Banderas es muy agradable , moderno y cómodo, pero lo mejor es el escenario, tan cercano, y tan avanzado en su construcción al servicio de la mas arriesgada puesta en escena, se nota que un gran experto ha diseñado su espacio pensando en todas las posibilidades de una complicada función. Así es que cuando la representación de Company comienza nos entusiasma la maravillosa escenografía, junto a las imágenes de video que se funden con el decorado y crean un ambiente envolvente que sale al patio de butacas desplegando una atmósfera  neoyorquina y todos tenemos la sensación de estar en una terraza en el centro de esa ciudad, donde amanece, sale el sol, llueve, nieva, las nubes caminan junto a las estrellas y anochece. Las estructuras presentes en el escenario son de cristal y no ocultan a los veintiocho músicos de una orquesta que dirigida por Arturo Diez Boscovich suena de maravilla interpretando la música de Stephen Sondheim.


Sorprendida me encuentro con una dirección magistral y una puesta en escena brillante de Antonio Banderas, pero además se pone a interpretar y recuerdo su talento de cuando estaba aquí en málaga y representaba en el Teatro ARA, o en el Teatro Romano, o en la Escuela Superior de Arte Dramático, cuando tenía quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho años, cuando todos le aplaudíamos su naturalidad y su vibrante interpretación de todos y cada uno de los personajes, recuerdo especialmente el discurso de Marco Antonio, de Julio Cesar de Shakespeare, que interpretó en el Teatro Romano, el último verano antes de irse a Madrid, me dolían las manos de aplaudirle. Pues bien, ese actor ha vuelto, de nuevo es quien era y no ese mediocre intérprete, de películas de moda. Le acompañan diecisiete actores/cantantes extraordinarios que cantan como él, es decir de maravilla, cantan, bailan, interpretan a la perfección sus personajes y forman un formidable reparto. 


Pero … uno se pregunta: ¿tanto despliegue de talento y de dinero para un libreto que es una auténtica porquería? un texto egocéntrico que escribió en los años setenta George Furth, es decir, cuando un comediografo brillante como Neill Simon triunfaba en Broadway y en Hollywood, cuando Woody Allen hacía lo mismo, ¿cómo es posible que este texto desprovisto de talento se estrenase en los escenarios?. La representación nos recuerda la película de Bob Fosse, All That Jazz, porque hay un protagonista absoluto rodeado de un reparto de personajes que,  como un coro, dialogan con él  y le aconsejan sobre lo que debe hacer con su vida. Pero aquí no tenemos la música de Ralph Burns, sino la de Sondheim, una artificiosa, complicada, y pedante música desprovista de belleza que obliga a los cantantes a hacer proezas innecesarias con sus cuerdas vocales. Los personajes, la mayoría parejas amigas del protagonista, le van contando sus broncas matrimoniales, al tiempo que le aconsejan que se case cuanto antes, diciendo un texto que pretende ser gracioso y emotivo y que no consigue ninguna de las dos cosas porque es pedestre. 


La primera parte son dos actos interminables, me aburría como una mona pensando cuanto duraría aquella tortura, mirando el reloj continuamente, porque el teatro cuando es malo se parece mucho a una tortura terrorífica. Entonces se paró la función y anunciaron un descanso de veinte minutos, habría dado dinero por aprovechar y huir rápidamente hacia el parking, coger mi coche y volver cuanto antes a casa, pero estaba invitada como profesora y tenía que estar presente en el coloquio posterior que se ofrecía a alumnos y docentes de la ESAD. Así es que heroicamente volví a mi asiento y seguí contemplando ese bodrio hasta el final.


No me apetecía lo más mínimo, ya tenía pensado no intervenir en absoluto, morderme la lengua, estar de convidada de piedra. Estaba pensando en lo bien que hice al marcharme de la enseñanza cuando lo decidí. Yo era la última profesora que quedaba de mi promoción, ahora quedan dos docentes de la siguiente y ambos están de baja por depresión. Me rodeaban los nuevos alumnos, una pandilla de indocumentados, maleducados, arrogantes de la nada, que durante toda la función habían estado riendo a gritos los chistes malos del texto, silbando, comportándose como gilipollas orgullosos de haberse conocido y con esa manada entré al coloquio. Antonio salió al escenario con un micrófono y con seis actores del reparto y se puso a contarnos cómo había dirigido el espectáculo, como había hecho el análisis psicológico de los personajes etc. El problema es que lo contaba como si hubiese representado El Castigo sin Venganza de Lope, pero lo que habíamos visto era una comedia musical muy, muy mediocre en la que se había desperdiciado un enorme talento.

En un momento se acordó de La hija del Aire de Calderón que él representó en el teatro Nacional, se vé que quedó deslumbrado por el texto impresionante de Calderón, porque fue lo primero que hizo cuando se marchó a Madrid, pero no es consciente de que Luis Pascual destrozó la obra suprimiendo toda la mitología, (esto es muy largo de contar y no quiero aburrirte con las fechorías del catalán) Y claro nunca mas ha vuelto a leer a Calderón, me pregunto si ha leído algún libro en su vida, que no sea el guión de una película o el libreto de una comedia musical. Cuando se marchó a Madrid no había terminado la carrera y tenía todas las asignaturas teóricas suspensas, concretamente la que, posteriormente fue mi asignatura titular, Literatura Dramática, con un cero.

Los alumnos estuvieron preguntando tonterías durante todo el coloquio, a las que él y los actores, respondían encantados. En ningún momento les dijo que este es un oficio en el que hay que estudiar constantemente, no les indicó lo importante que es el esfuerzo y la preparación, no les advirtió de la dureza, de la precariedad, de la paciencia y la resignación cristiana que hay que tener en muchos casos, no les recomendó la humildad, la lectura constante de los clásicos y la formación física y la dureza de carácter que se requiere para soportar los avatares de la profesión. Como broche de la noche dijo, poniéndose muy serio, que había traído a España esta obra porque era ¡el musical “mas culto” que se había estrenado en el mundo!


No dije nada, estuvo todo el rato mirándome y esperando mi intervención, pero no lo hice, tenía tantas cosas que decir que era mejor no decirlas, él no habría entendido ni una palabra, los alumnos novatos tampoco…Para qué ir en busca de nuevos enemigos, estoy bien con el número que tengo, no necesito ninguno mas. Di las gracias por la invitación e hice mutis por el foro literalmente.

Por Ana MEGÍAS CALERO

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