
De esta película que empecé a ver con mis amigos allá por el año 2000, y que terminé por fin anteayer, se podrían decir muchas cosas. Podríamos hablar de su similitud con EL FIN DE LOS DÍAS, con la que comparte temática, reparto, fecha de estreno y ridiculez. Podríamos hablar también del aluvión de peliculejas de trasfondo satánico y apocalíptico que a finales de los ’90 llevaron incluso a reestrenar en salas EL EXORCISTA. Podríamos hablar de la enésima fiesta judeo-protestante en que el cura católico o está pirado y es un bastardo asesino al servicio del mal, o es un hombre de ciencia racional, sensible, coqueto y por supuesto, lleno de dudas y asqueado de las autoridades eclesiales (vamos, con un pie fuera del oficio).
Pero en vez de todo eso vamos a hablar de gotas. Exacto, gotas. Muchas gotas, miles de gotas. No atropelladas y anodinas gotas de lluvia cayendo sin control como si de un ordinario chaparrón se tratara.
No, hablamos de… una gota. A cámara lenta, que suena alta y clara, que retumba en nuestros oídos, que nos gotea a nosotros en el rostro…
Después, otra gota, de nuevo en slow-motion. Golpeando con suavidad una superficie lisa, dando lugar a nuevas mini gotitas que a su vez nos acarician los sentidos.
Las gotas pueden ser de agua, de sudor, de lágrimas, de café… Pero las más bellas sin duda alguna son las de sangre. Gotas espesas de hemoglobina que dejan un rastro en el aire, y cuyo peso aporrea otra superficie, la cual queda impregnada de sustancia y de poesía.
Cuando vi esta película llegué a la conclusión de que un largometraje mínimamente comercial ha de mostrar gotas. No una, ni dos, ni diez, ni cien. Si queremos hablar en serio, tenemos que ver miles de planos de ‘una gota cayendo’. Porque si sólo vemos un par de cientos de tomas en que la gota de turno cae y golpea el suelo, es muy difícil que captemos lo que el director (y sobre todo el director de fotografía) quieren enseñarnos.
No va de religión, ni de exorcismos o posesiones o estigmas, ni de fe ni de ateísmo ni del más allá. Qué temas más vulgares, por favor. ¡Gotas! ¡Las gotas son el futuro, el progreso, la vanguardia! ¡Las gotas son el alma de esta película! ¡¡De todo el cine incluso!! La próxima vez que veáis una peli, contad el número de gotas. Si baja de 500, mierda al canto.