Hace cuatro años inicié la que prometí sería mi última obra sin presupuesto. Acto de “rebeldía” comprensible, tras 13 años de amor al arte tanto en proyectos propios como ajenos, puede que centenares en total, sin una moneda de compensación. No pasa nada, no me quejo, lo he pasado bien y he aprendido muchísimo en este viaje, eso sin mencionar los lazos que he creado, que daría para otra entrada de corte más sentimental.
Fue un rodaje complicado. E ingrato. El resultado final fue satisfactorio, acorde al equipo de profesionales que lo perpetraron. Pero el sabor de boca que me dejó fue muy amargo. Jamás me había topado con un ambiente de trabajo enrarecido y tenso. Se formaron dos bandos, y ya sé que a alguien ajeno al mundillo le sonará extraño, y absurdo, pero por desgracia ocurre a menudo.
El último día de filmación se produjeron roces y malestares. Esto puede ser el día a día en cualquier producción de presupuesto limitado (en este caso inexistente), pero hay algo que siempre funciona a la hora de purgar los demonios que afloran en las situaciones difíciles. Ese algo son ‘las cervezas de después’. Ese tapeo, ese ligoteo, ese cachondeo al terminar la jornada es fundamental si deseas mantener a la gente cerca. De nuevo, los lazos que he mencionado antes.
Pero en aquella ocasión, y creo que por primera vez en mi carrerita como cineasta, no hubo tales cervezas. Uno de los dos “bandos” se recluyó, no quiso hacer las paces. Una pena, una gran pena. Una espinita clavada en mi corazón. Pues yo jamás me implico emocionalmente en un trabajo (aunque me esfuerce al máximo). Pero en mis rodajes pongo el alma. En fin, una mancha que las más de cien mil reproducciones que obtuvo el corto en redes no limpiaron. Así lo siento.
Resultado: un buen cortometraje, una gran experiencia, compañeros que espero tener en mi equipo siempre, y algunos amigos menos. Así es la vida.
Y por disparatado que parezca, estoy deseando volver a martirizarme, a dormir cuatro horas, a que me duelan los pies de tirarme todo el día sin sentarme, a improvisar, a resolver problemas que surjan, a aclararle la duda a tal actor, a decidir el mal menor, a trabajar contrarreloj, a decir ‘acción’. ¿Cuándo pasará?