
Acaba de estrenarse en Netflix, la película argentina LA IRA DE DIOS, adaptación de la novela “La muerte lenta de Luciana B”, escrita por el autor argentino Guillermo Martínez. Desde el principio comprobamos que los miembros de la familia de una chica joven, Luciana, están muriendo uno tras otro, ella le cuenta a un periodista que está convencida de que, su antiguo jefe, un escritor llamado Kostner, es el autor de las misteriosas muertes que se han producido a lo largo de diez años. Su preocupación es salvar a su hermana Valentina, único familiar que queda con vida.
Con un guión brillante, la película avanza desde la extraordinaria interpretación de un reparto excepcional encabezado por un grandioso actorazo de comedia, Diego Peretti, capaz de hacer partirnos de risa y también estremecernos de horror cuando encarna a un asesino monstruoso. Juan Minujín, Macarena Achaga, y Mónica Antonopulos le acompañan en sacar adelante la complicada trama. Los magníficos actores argentinos, seguramente los mejores del mundo, demuestran una vez más que son de una eficacia apabullante, desde el protagonista al que desempeña un pequeño papel. El director, Sebastián Schindel desarrolla este thriller psicológico, desde una atsmósfera de intriga y horror, con enorme sabiduría y una puesta en escena visualmente atractiva con una excelente fotografía.
Pero el gran atractivo del film está en las maravillosas interpretaciones de Diego Peretti y Juan Minujín, su maestría , expresividad y talento nos mantienen en vilo a lo largo de la historia. Macarena Achaga es así mismo, una de las revelaciones mas importantes del cine, en español, contemporáneo . Los tres irán dando vida al guión hasta un desenlace diabólico y demoledor.
Hay, en la actualidad , una serie de buenas películas que , no obstante, han apostado por situarse al lado del mal. Nuestros clásicos , los que desde Grecia, construyeron la Civilización Occidental, es decir nuestra Cultura , sabían y nos contaban que, como dice John Milton: ”Largo y tortuoso es el camino que, desde el infierno, conduce hacia la luz”. Es decir, la obligación del artista: dramaturgo, novelista, guionista, etc. consiste en enseñar a los hombres, a través de su obra, una moral que nos acerque al Olimpo y nos aleje del mundo del Hades, donde solo hay muerte y destrucción. La desaparición de la Justicia Poética sitúa, sin posibilidad de Redención, al público que vuelve a su vida, después de ver una película, o sea, la catarsis aristotélica ya no es posible y solo el pesimismo ocupa nuestros pensamientos, después de ver a Lucifer triunfar sobre los hombres y sobre Dios. Ninguna enseñanza moral habremos adquirido con la visión de esa historia cinematográfica. Si se construye un conflicto vertical no se le pueden aplicar los códigos del conflicto horizontal, el realismo no pretendió mas que hacer una fotografía de la realidad, si pretendemos hablar de la trascendencia de la vida y de la naturaleza del hombre deberemos aplicar los mecanismos que razonan acerca del gran problema moral que debe prevalecer en el comportamiento de los personajes.
Eurípides, siempre fue mi dramaturgo griego favorito, ateo incuestionable, pero con una ética diáfana y ejemplarizante , nunca renunció a enseñar a los hombres una moral necesaria que los elevase por encima de la naturaleza humana, cuando esta se manifestaba con la injusticia y el crimen. Los guionistas actuales no quieren saber nada acerca del castigo que recibió Satanás, no desean que Mefistófeles sea castigado. Le convierten en protagonista de sus películas, rendidos a su maligna inteligencia, le permiten que se salga con la suya, que sus deseos se cumplan al pie de la letra. Le dejan hacer una lectura fanática de la Biblia, en su eterno intento de establecer una competencia con Dios, donde la envidia que Satanás siente por el Supremo Hacedor, sale triunfante . Todos los clásicos estarán en el Cielo de la literatura con las manos en la cabeza. Esquilo, Sófocles y Eurípides, pero también Cervantes y Shakespeare y Lope y Tirso y naturalmente el gran Calderón… Horrorizados ante tales despropósitos.
El desaliento del espectador cuando ve una película en la que el Diablo, asesino monstruoso, sale indemne de sus sórdidas fechorías, es enorme. Y cuanto mejor escrito y armado esté el guión, mayor será el desasosiego que le invadirá. Es el actual progresismo, inspirado en el comunismo, que pretende destruir la esperanza en la Justicia, humana y divina. Es el triunfo de Lucifer en la tierra, el mal sobre el bien, la satanización del arte donde el Maligno triunfa sobre la virtud, que da un paso atrás y deja que el desenlace diabólico ponga el broche destructor de la historia desde una película en Netflix.
Por Ana MEGÍAS CALERO
Alguna vez si me consigo una cuenta de netflix la revisaré, el primado negativo ya está a la puerta. Gracias.
Yo la vi y debo decir que no me gustó demasiado. Es una trama que realmente no conduce a ninguna parte, para que veamos hasta qué punto la justicia poética es absolutamente esencial en cualquier relato de ficción.