
Se acaba de estrenar en el Teatro Cervantes de Málaga, en la programación de Festival de Teatro de esa ciudad, EL REY QUE FUE, por la extraordinaria compañía de JOGLARS. Una comedia dramática escrita y dirigida por Albert Boadella. La expectación era muy grande, se habían vendido todas las localidades del teatro tres meses antes y el público abarrotaba el recinto impaciente por ver el último espectáculo de esa magistral compañía, de nuevo con su mítico director, un raro genio, que ha creado el teatro mas interesante de España en los últimos cincuenta años.
La obra es un retrato personal del Rey Juan Carlos, contemplado con enorme humor y piedad, con ironía y respeto, y ese tono tan difícil lo consigue Albert Boadella con la ayuda, y el excepcional talento actoral, del legendario cómico Ramón Fontseré, que encarna al Emérito de tal manera que desde que sale al escenario estamos viendo a Don Juan Carlos, el público asombrado y divertido no para de sonreír y reír durante toda la función. Un retrato compasivo de un héroe auto destruido por su afición al dinero y a las mujeres.
La obra se desarrolla a bordo de un barco, que navega por el Golfo Pérsico y es asombroso que con pocos elementos, unos mástiles, cuerdas, y algunos cajones, ELS JOGLARS haya creado un espacio escénico que funciona como una nave donde los personajes viven una aventura con el Rey de España. La expresión corporal de todo el reparto nos traslada al movimiento del mar en muchas escenas y la efectividad del diseño de sonido de David Angulo demuestra el oficio del equipo técnico de la compañía.
Ramón Fontseré, anda, se mueve, habla, grita, se ríe, se enfada, con la voz y los gestos del Rey Juan Carlos, su interpretación es de una perfección inusitada en cualquier actor que no fuese él. Pero le hemos visto proezas como esta en muchas ocasiones, recuerdo su Dalí impresionante al que resucitó en aquel montaje formidable de 1999.
La obra representa la España actual y el monarca nos recuerda su vida, entre risas se confiesa contando su niñez solitaria, coqueteando con las dos mujeres de a bordo, Inés, una simpática gallega, representada por la actriz Dolors Tuneu, a la que mete mano, que le ayuda a hacer una paella que contiene todos los elementos diversos de España, pero le echa tanta sal que resulta incomestible. Discute y se besa con Carmela, interpretada por Pilar Sáenz, que ha escrito un libro en el que narra la verdad de sus errores. La comedia avanza desde el tono de humor hasta el drama que se inicia con la aparición de un hijo bastardo, interpretado por Bruno López Linares, impertinente y republicano que se convierte en un bufón de corte a la antigua usanza y recuerda al monarca su errática vida y cómo su absurdo comportamiento ha puesto en peligro la Corona. Ese Rey, divertido y peculiar, responde al bastardo obligándole a reconocer su sacrificio político y sus aciertos para transformar la España de entonces en la democracia que hoy conocemos.
Durante una tempestad el Rey se queda solo en cubierta y asistimos a la mejor escena de la obra, la oscuridad de la tormenta transforma a los tripulantes de la embarcación en sombras tenebrosas que representan los fantasmas de la vida del protagonista. A la manera de Shakespeare el drama toma forma y los recuerdos abruman al Rey como un Macbeth de nuestro tiempo, es una maravilla escénica sobrecogedora resuelta de manera magistral por la dirección y la expresión corporal del reparto que, junto a la siempre brillante iluminación de Bernat Jansá, crean el asombro del público al que se le congela la sonrisa después de haberse divertido a lo largo de toda la función de más de una hora. Cuando cesa la catástrofe el protagonista queda solo y olvidado de todos y sale como vino con su derrotado andar camino de la historia .
El gran talento de Albert Boadella, seguramente el mejor director teatral de Europa, su ingenio, su sabiduría, su enorme oficio, su seriedad para crear espectáculos teatrales de gran efectividad, su habilidad para el mejor humor, son el mayor reclamo para acudir siempre a contemplar su trabajo seguros de ver el mejor teatro de nuestro tiempo.
Por Ana MEGÍAS CALERO