
En esta ocasión voy a aprovechar una entrada para matar dos pájaros de un tiro. Y vaya pájaros de cuenta, en efecto. La razón para este “ahorro” estriba en que los largometrajes HACIA RUTAS SALVAJES (2007) y CAPTAIN FANTASTIC (2016) son básicamente idénticos. A continuación, copio y pego directamente las notas que fui tomando mientras veía la película dirigida por Sean Penn, y disculpad si no gozan de una estructura algo más cuidada:
«Herzog ha retratado a personajes así, con tino e inteligencia, y una visión irónica y pesimista de la subnormalidad profunda de algunos, que acaba por afectar a otros muchos. Niñatos que siempre reniegan y hablan mal de todo aquello que les mantiene a salvo y les proporciona comodidad, entretenimiento y felicidad (o al menos la posibilidad de ser feliz).
No seamos ese meme andante que es el niño-bien descontento que lloriquea en sus twits ‘Odio la libertad’. Y no lo seamos por consideración al 80% de la población mundial, que no tiene esa posibilidad a la que aludía antes. Porque viven bajo regímenes dictatoriales, y no tienen la “suerte” de poder odiar la libertad de expresión, la de movilidad, o incluso la libertad sexual, puesto que carecen de ella. Y por supuesto con poquísimos bienes materiales, esos de los que el niñato querría deshacerse “por el bien de su espíritu”, y que los pobres del mundo sueñan con poseer alguna vez.
Ese jipi de tarjeta de crédito que por irse de vacaciones (sí, de vacaciones, porque curra como una mula igual que el resto) a sitios supuestamente menos explotados y recónditos, o que simplemente ese año se han puesto de moda entre otros flipados como él, ya se piensa que es rebelde, o inconformista, o apasionado, o revolucionario… En el 2005 o así, tuvo su momento trending topic… o eso creo, a mí siempre me parecieron gilipollas natos. Pero ahora, son una parodia ambulante.
Por cierto, en la película reniega de la civilización (textualmente dice que no quiere que la civilización “le contamine”)… y va y al llegar al bosque monta su campamento en el único rastro de civilización en cientos de millas a la redonda… ¡un puto autobús! Oxidado, hecho polvo y lleno de chinches, pero que yo sepa un autobús no es una planta ni una cueva, y coge el lumbreras y se va a vivir allí. ¿No sería más práctico vivir en una casa con un supermercado cerca? No… vivo en un autobús viejo en mitad de una montaña… No entiendo nada, pero es que las deciciones del colega me parecen todas muy aleatorias… Vamos, que está loco, simplemente.
Remato con anécdota: una vez fuimos (con coche y por carreteras, nada de mochilismo) a un lugar remoto y extraño. En fin, que estaba a tomar por culo y no era paso de ningún otro sitio: había que querer ir allí para llegar. Nuestro periplo –de unas 5 horas a lo sumo– fue agradable y se compuso de una comida, un paseo, contemplación del paraje (ciertamente singular, por cierto) y charla con sus escasos y peculiares lugareños, todos ellos huidos de la urbe (ninguno era realmente autóctono). Y nos fuimos de allí constatando lo puto mal de la cabeza que estaban los que vivían así.»
…
La del Capitán Fantástico ni la comento porque, aparte de que en las páginas de críticas ya he encontrado sobrados comentarios señalando sus muchísimas incongruencias, falsedades y gilipolleces, en esencia va al mismo meollo que la otra. Sólo que el personaje de Viggo es un machista egocéntrico insoportable, caracterísiticas que no han acusado las mujeres que han cantado las bondades de este film, lo cual me asombra un poco. En una escena muy random sale de su mugriento bus con los cojones al aire, y va y les dice a una pareja de abuelonchos que le miran al pasar ‘¿qué pasa? Todos tenemos lo mismo’. Esa escena revela muy bien que básicamente lo que hace ese tío con su vida es llamar la atención, como sea y a todas horas. Con particular náusea en la secuencia del funeral: y es que no, el tipo no puede dejar de ser el prota ni aun cuando están intentando homenajear a su pobre mujer (suicidada, deducimos, incapaz de aguantar más tiempo a semejante pintamonas).
Las valoraciones en internet de ambas películas son extremadamente complacientes en general. Me consuela bastante comprobar, no obstante, que hay un buen número de “disidentes” intelectuales o culturales, que no tragan ni pasan por el aro del buenismo del que estas producciones están empapadas. Curiosamente, hay otras películas que tienen una temática y planteamiento similares, sólo que con enfoques diametralmente opuestos. Bueno, al margen de cine más o menos entretenido tipo LAS COLINAS TIENEN OJOS, en que una adorable familia aislada en un medio rural y salvaje da rienda suelta a sus encantos cuando son inesperadamente visitados (que recuerda asimismo al argumento de DELIVERANCE), sí que hay ejemplos de cine “serio” e incluso verosímil acerca de personas que toman la radical decisión de fugarse por propia voluntad a lugares apartados fuera del contacto con la sociedad, a veces incluso arrastrando a sus familias con ellos. Y como es lógico dichos lugares son silvestres e inhóspitos, por lo que el conflicto en dicha situación es inevitable. Una de las más famosas es LA COSTA DE LOS MOSQUITOS, y recientemente también he podido ver EL CASTILLO DE CRISTAL y NO DEJES RASTRO, las tres con tipos trastornados, ególatras y autoritarios de protagonistas, que obligan a sus familias a acompañarlos en la aventura de vivir en el corazón de algún bosque perdido. Por algún motivo, las puntuaciones de estos relatos bastante más dramáticos y angustiosos son sensiblemente más bajas.
Sea como sea, todas estas películas que estamos mencionando, y por supuesto INTO THE WILD y CAPTAIN FANTASTIC, son la crónica de inadaptados sociales, que extrañamente gozan de la… ¿admiración? del espectador estándar. Parece como si el típico tontete que ve una peli sin plantearse nada más, o la típica mujer frívola que se cree todo lo que sale por la tele, al ver a unos personajes tan “auténticos” y tan alternativos y tan osados y tan seguros de ellos mismos (en su delirio, claro) les invadiera un sentimiento de anhelo, de fantasía sobre ‘oh, qué bien viviría yo en medio de la naturaleza, sin móvil, sin tener que pagar facturas y cultivando mi propia comida’. Los que tenemos una edad sabemos que hacer eso en plan retiro espiritual una semana… o mejor un fin de semana es algo que sienta bien; desconectar un poco antes de volver al trabajo y a la sociedad normal y corriente, con todos sus defectos y problemas. Pero más, ya os digo yo que ni de coña. Sin entrar en que la poca gente que he conocido que vive un poco así, del casi nulo contacto que tienen con los demás, al final y como es natural se vuelven sumamente intratables.
Y es que si la inmensa mayoría de los seres humanos han concurrido en las ciudades supongo yo que habrá sido por haber llegado a la conclusión, consciente o inconsciente, de que en lo rural se vive peor, con más trabajo, más incomunicado a todos los niveles y amenazado por muchos más peligros. Y esta última afirmación será la que sirva para detectar a los hipócritas superficiales que se complacen de imaginar el mundo como súper bonito pero que jamás tienen agallas para cumplir esos supuestos deseos de vivir “en contacto con la Madre Tierra”. Pase lo que pase, al final los Iphone tiran mucho.
Recuerdo Into the Wild, bastante CDT. La película programa al teleespectador desprevenido a ser un progre come plantas victimizado todo es culpa de todos menos mía.
Algún día veré la otra a ver qué tal.
Sean Penn me cae mal.
Saludos Master.
Jejeje, así es, son películas para que el burgués-occidental medio se sienta culpable por ir al Burger King.