DIVA, escrita y dirigida por ALBERT BOADELLA

POESÍA ES LO QUE CONMUEVE

He tenido el privilegio de ver “DIVA”, el espectáculo musical de Albert Boadella, como dice la reseña de Los Teatros del Canal de Madrid:

Diva nos presenta a María Callas en París en el ocaso de su vida, alejada de todo. Su voz ya no tiene nada que ver con lo que fue, la crítica se cebó con ella en sus últimas apariciones y no ha vuelto a cantar en público. Ha muerto Onasis. La realidad de su decadencia le hace vivir un mundo de recuerdos. Desdeña el presente mientras fuerza a su repetidor para que le acompañe en un imaginario repertorio que ya no podrá realizar. También lo utiliza para crear una situación sadomasoquista. Le obliga a interpretar a Onasis, su gran amor. Sus momentos mas apasionados y estelares. En su delirio, se imagina al griego como pareja de los grandes dramas operísticos que ella protagonizó. Alguien que la mata o alguien con quien quiere morir al final de la ópera. Es el inicio del camino hacia su propio y misterioso final que muy pronto realizará a su voluntad.

Asistimos a un extraordinario homenaje a María Callas desde el talento indestructible de ese genio del teatro que es Albert Boadella, a través de su texto y de su magistral dirección, penetramos en el rito, de la gran ceremonia que es la función teatral. El público asombrado, desde que la protagonista se levanta de su chaise longue, guarda un silencio sepulcral emocionado ante la interpretación de la gran soprano y actriz María Rey-Joly que no sólo interpreta el texto sino que canta maravillosamente las arias de la carrera de la Diva. La acompaña Antonio Comas con su raro talento, es un actor que además toca el piano y canta con una frescura y expresividad con la que conquista al público desde que entra en escena.

Albert Boadella es un fabuloso dramaturgo y el mejor director de teatro de Europa, que en esta ocasión ha compuesto un drama en el que cuenta, a través de la acción dramática y el conflicto entre dos personajes, el enorme dolor de una mujer. La tragedia del amor y del abandono que sumerge a la mítica cantante en un estado desesperado. Desde la difícil sencillez de una impecable puesta en escena, como ocurre siempre en el gran teatro, el texto dramático y , en este caso, la música sublime, son suficientes para crear una gran historia, así una escenografía solo consiste en tres elementos: un gramófono, una chaise longue y un piano que bastan para representar la tragedia. La palabra y la música como protagonistas absolutos del drama.

Grandes intérpretes, un buen texto dramático y una brillante dirección hacen que se produzca el milagro del TEATRO, algo tan raro en nuestra época, donde lo frecuente es la representación de novelas o discursos llevados a las tablas sin motivo ni razón que lo justifique. Escribir teatro, ya sea drama o comedia, es tan difícil que muy pocos poseen esa cualidad y recurren a la narrativa para enmascarar su ausencia de oficio.

La iluminación dirigida por Bernat Jansá que subraya las escenas de la realidad y la fantasía trágica crea una atmósfera que ayuda a desarrollar la emoción de la obra. El vestuario procede de la elegante dirección artística de Dolors Caminal y la eficaz dirección musical de Manuel Coves conforman un rito de un gusto exquisito que asombran al público que sigue la representación conteniendo el aliento hasta el final.

Pero es Albert Boadella y su prodigiosa vitalidad artística el gran creador de esta maravilla, su hermoso texto dramático, su cuidado exacto de la puesta en escena y su sensibilidad para la música, conforman un gran poema teatral. “Poesía es lo que conmueve” decía Stendhal, y conmovidos estamos cuando la representación termina como empezó, cerrando el círculo del dolor y de la muerte de esa mujer mítica e impresionante. La catarsis de la que habla Aristóteles se ha producido y el público aplaude en pie durante mas de diez minutos presa de la emoción, la sabiduría y la inteligencia al servicio del hecho teatral, al servicio del arte escénico de la mano de un genio, un poeta que produce milagros sobre las tablas cada vez que decide deleitarnos con su talento. Los Dioses del Olimpo le bendigan.

Por Ana MEGÍAS CALERO

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